De cuando gane y perdí la ilusión (2018)


Era tarde, llevaba un día muy complicado, llevaba al rededor de 10 horas continuas frente al computador del laboratorio, no quería saber más sobre simulaciones o sistemas dinámicos, realmente estaba cansado, mi cerebro no daba más. Decidí ir a casa y dejar el día así, ni más ni menos, simplemente así. 

En la salida de la universidad se encontraba un gran número de estudiante, por sus carpetas enormes en las cuales suelen llevar planos a mano alzada en tamaño A3, me hace creer que en su mayoría eran jóvenes de primer año. Los veía sonrientes, con ilusión, tenían ese brillo que tienen los jóvenes en sus ojos, ese mismo que suele ser sinónimo de sueños y anhelos, de querer comerse el mundo y llegar más lejos que las mismas estrellas.

Arriba a la izquierda bandera de Bogotá con la palabra educación otorgada a los docentes del distrito, mi madre. Arriba derecha escudo de Colombia. Abajo izquierda escudo del IED INEM Francisco de Paula Santander, mi colegio. Abajo derecha, escudo de la Universidad Militar Nueva Granada, mi universidad.

Pues así estaba yo, no ahora precisamente. Era un martes 8 de enero del año 2008, un jean de Carrefour, una sudadera azul, un reproductor de mp3 el cual reproducía de forma reiterada canciones como Yofo de Molotov, y Beatiful Girl de Sean Kingston. En los salones del 2 piso del edificio E, en la sede de la Calle 100 de la Universidad Militar Nueva Granada en Bogotá.  Ahí, esperando nuestro profesor de ese curso introductorio de matemáticas, tenía que comenzar todo a las 8 am, no llegaba. Sobre las 9.30 entro al aula una profesora, la distinguí, era Martha Melo, en ese entonces directora del departamento de Matemáticas de la universidad, se había presentado antes delante de todos. Ese día nos explico que el profesor de nosotros no podría venir, que íbamos a hacer parte de la introducción y que luego continuaríamos con lo demás. Ese día fue casi perfecto, a las 13 horas ya estaba en mi casa contándole a mi mamá y a mis hermanos como era estar en la universidad. Por la noche le conté a mi papá. Al día siguiente llego el profesor, no recuerdo su nombre, pero si recuerdo que hacía y su forma carismática de dar clase, me motivó demasiado. Era profesor de la universidad Distrital, lo habían contratado solo para esas dos semanas, el texto guía lo preparaba el que sería mi profesor de Matemáticas Básicas y posteriormente de Calculo Vectorial, el profesor Arturo Ramírez Baracaldo. Todo estaba planteado para que yo me enamorara de mi carrera, de mis estudios, estaría orgulloso. En mi mente no hay más espacio para recordar casi que con detalle a los 117 compañeros que entraron conmigo, algunos se graduaron antes, otros conmigo y otros después; algunos otros no lo intentaron y desistieron: "Porque son muchos los llamados, pero pocos los elegidos" Mateo 22:14. 

En eso comenzó un proyecto de vida, para esos días me propuse que debería tener un doctorado en algún momento de mi vida. Sabía que lo quería y que iba a conseguirlo. Tardes después hablando con el gran profe Alexander Gómez, me motivo a que planteara mi vida a través de objetivos, un enorme consejo que hoy en día agradezco enormemente. En primer semestre de ingeniería en mecatrónica ya me motivaba a tener un doctorado, y me fije la meta que a los 30 años debería estar defendiendo mi tesis o muy próximo a lograrlo. Y creo que vamos bien en ese objetivo. Ese primer semestre fue mágico, aprendí muchas cosas, viví experiencias enormes, compartí con gente que me ha contribuido enormemente a crecer como individuo y como profesional. Anhelaba mis épocas de escolapio de colegio, mis compañeros de allí seguían compartiendo conmigo, me estaba enfrentando a la realidad, a vivir lejos de mi lugar de estudio, a tomar transporte, a conocer gente que era mucho mayor, o proveniente de familias prestantes, no olvidare nunca la nariz del capitán del equipo de rugby no entre por miedo a terminar como él. Me creí bueno en el baloncesto pues quien me lo había enseñado a jugar años atrás Cristian Fernando Rey Chaparro me había confiado toda su experiencia, yo ya tenía ínfulas de estrella, cosa que no valió en el equipo de la universidad, había gente muy buena, yo era uno más, aún así el gran Moisés "Chelo" Salazar confió en mi.

Podre seguir escribiendo de mi vida, de mis pasos por la universidad de toda esa experiencia y bagaje que encontré en esos años. Fueron exactamente 2 años, 4 semestres académicos que tuve la idea que sería el mejor ingeniero, me esforzaba hasta donde podía y daba lo que podía en todo lo que estaba. Tenía sueños y anhelos, tenía una vida planificada y creía que en 5 años mi carrera estaría finalizada. Pero la vida no es un guión que podamos escribir en determinado momento y dejarlo que se desarrolle; al contrario, la vida es un guión que se escribe y se re-escribe. Vinieron épocas difíciles que personas que estimo mucho me apoyaron, confiaron en mi y logre salir adelante. Aun recuerdo entre lagrimas y mucha nostalgia esos días donde creía que ese propósito de ser ingeniero me quedaría grande. Mis padres, mis hermanos, mis abuelos y los que confiaron en mi saben perfectamente como fue salir de las cloacas más profundas hasta poder levantar la cabeza y decir con firmeza que estaba cumpliendo mis objetivos a corto plazo y que tarde que temprano cumplirían los demás. Oscar Gerardo "Zipa" Rubiano Montaña y Camilo Hurtado, fueron fundamentales en este procesos, a ellos gratitud infinita. 

Pero esto no es una sección de agradecimientos de mi tesis, es solo un apartado de como un día entre con ilusiones a esa la escuela, la universidad, a donde creía que iba atiborrarme de conocimiento, que iba a ser el que más supiera frente a determinados temas. Pero no fue así, la universidad fue ese momento en el cual comencé a crecer como individuo, más que todo por la diferencia que había entre todos nosotros, nuestros orígenes, nuestros sueños. La universidad me permitió compartir de verdad con gente que era mucho mejor que yo a nivel disciplinar, a entenderlos, a defenderlos, a enseñarles otras cosas, les di una visita guiada por el universo de Juan Cely. Ellos hicieron lo pertinente por el de ellos. La universidad fue ese edificio que recoge un proceso enorme para la sociedad en si, no solo a lo personal, donde se construye conocimiento, se crea y se re-crea. La universidad en mi vida, en donde solo he hablado de lo que fue entrar con ilusiones e ir esforzándome para luchar contra todas las adversidades, es y sera siempre esa fuente universal de libertad, de libertad y lucha inagotable. Son las puertas a esa gran bodega de herramientas hechas de pensamientos, ideas y procesos que la sociedad usa para crecer de manera conjunta. La universidad en la cual estudie, y el colegio al cual fui, eran públicos, hacían parte de ese gran conjunto de diversificación de ideales y de conocimientos que el estado colombiano me brindo como ciudadano, obvio había ladrillos y construcciones, pero el colegio y la universidad fueron en mi vida los caminos más fáciles para encontrar la libertad y el deseo de saber. Mi vida se la debo a la educación, a mi deseo de saber y a mi amor por las aulas, tanto que aún 10 años después de ese 8 de enero del 2008 sigo vinculado a la universidad, esta vez no en mi país de nacimiento, en el otro en el país donde vivo, al estado español que por medio de su sistema de educación público me ha dejado ser parte del mismo como estudiante e investigador.

Hoy la educación pública en Colombia es más un lujo que algo normal, y cada día se convierte en una condición que el ciudadano de a pie no podrá nunca vivir, de la misma manera que yo lo hice. La educación pública es la única forma en la que el estado puede garantizar que su sociedad sea libre y a su vez que a través de los diversos procesos que se forjan en su interior se generen cambios a posterior para no solo ser implementados en pequeños nichos sociales sino en toda la especie humana. Daría muchas cosas para estar allí contribuyendo en esta loable empresa de defender la dignidad de la educación pública. 


Comentarios

  1. "les di una visita guiada por el universo de Juan Cely." Qué frase.

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